lunes, 29 de agosto de 2011

Sucede...

No se si se puede comparar con la historia de Adán y Eva.
La mía es especial... Sucumbí a la tentación.
Qué decir, él era una jugosa y apetitosa manzana y yo simplemente era Eva, tentada por la serpiente que eran sus palabras y su mirada...
De nada me arrepiento de lo ocurrido después de aquel momento, en el que vi culminados mis deseos de rozar sus labios con los míos. 
En aquel instante pude saborear la felicidad más absoluta, rozar el cielo. Pude ver con claridad la cegadora belleza de un ángel, que es lo que para mi es.
No me quejo de nada, la vida me sonríe en ese aspecto, tengo lo que quiero, no se puede pedir más, es la perfección personificada en 1.86 de estatura.
He estado esperando y deseando impaciente toda la vida encontrar lo que ahora tengo. Y ahora que es mio lo será para siempre, de una forma u otra, siempre lo llevaré conmigo a cualquier lugar al que valla. Llevo su imagen dentro mía, su bella sonrisa y su hipnótica mirada. La que me hace sentir que no estoy soñando, y que cumplí mis deseos.
Ahora tengo la misión de hacer feliz a alguien, tengo por lo que vivir y aprovechar el tiempo. Un tiempo que no pienso desperdiciar por nada.
Cumpliré todas y cada una de las promesas que hice y hago, no puedo fallar. 
Para continuar viviendo este sueño no debo fallar en ningún momento, cada paso es calculado al milímetro y cada milímetro repasado. Es una partida de ajedrez que no puedo perder, no debo perder ninguna de mis fichas, haré jaque al pastor en la primera jugada. Perder es un lujo que no me puedo permitir.
En el fondo soy una ilusa, y no lo niego, nada es perfecto. Pero, yo no busco la perfección, busco un complemento para mi imperfecto ser, por casualidad o destino lo encontré. Pero jamás iré a buscarlo, porque no lo pienso perder.
También es de responsabilidad, he de apreciar lo que tengo en todo momento, cuidar y respetar cada detalle, he de cuidar lo más valioso, no puedo permitir que nuestra rosa se marchite. Hay que fortalecerla con duras espinas, que nada ni nadie pueda pudrir la flor.
He descubierto con todo esto, que no hacen falta cosas lujosas para estar satisfecha, que no es imprescindible tener una gran fortuna para conseguir felicidad. Tampoco es necesario arriesgar nada, por cosas nuevas que no necesitas cuando cerca, muchas veces sin darte cuenta, tienes lo que buscas.
Sabes que eres la droga más potente....

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